La cara A maravillosa de un décimo premiado es el importe económico, que supuestamente ayudará a mejorar la vida del afortunado y de los que le rodean. Si bien, no todo son alegrías cuando te toca un premio, existen numerosas casuísticas que incluso conllevan penas de prisión, lo que sería la cara B.
Este es el caso de una mujer de Lugo que se enconó un décimo de lotería antes del sorteo y resultó ser agraciado con 400.000.-€. En dicho boleto aparecía el nombre de la compradora, que fue borrado por la que lo encontró. El juzgado de lo penal número 2 de Lugo condenó a la señora que encontró el boleto con una pena de 6 meses de multa y una responsabilidad civil de indemnización a la originaria compradora de 320.580.-€, importe neto de la cuantía del premio. La sentencia establece que los hechos son constitutivos de un delito de apropiación indebida, cuyo precepto 253 del Código Penal castiga a quien con ánimo de lucro se apropie de una cosa perdida o de dueño desconocido siempre que su valor sea mayor de 400.-€
Es muy usual compartir un décimo de lotería con amigos, familia o compañeros de trabajo, si bien, es importante dejar muy claro los porcentajes a repartir en caso de resultar premiado. A este respecto se ha pronunciado recientemente el Tribunal Supremo, quien absolvió a una mujer que había sido condenada por la Audiencia Provincial de Alicante a un año y medio de prisión por no repartir el extraordinario por delito de apropiación indebida en la misma proporción.
Este último Tribunal consideraba que existía un delito de apropiación indebida al entender que los tres participantes a los que no se les había repartido el décimo en el momento anterior al sorteo tenían una cuota proporcional en los décimos no repartidos.
Frente a ello el Alto Tribunal considera que no se habían determinado las fracciones que correspondían a cada uno de ellos, y ninguno de los participantes tenían reservada en exclusiva una determinada fracción. La acusada cumplió con la obligación asumida, repartir los décimos de los números de la lotería adquiridos, transmitiendo a cada uno de los jugadores la parte que había comprado. Por lo tanto, habiéndose repartido los billetes premiados en la cuantía que cada uno jugaba, el contrato se cumplió.