El reconocimiento de una incapacidad permanente es complicado pero no imposible. La incapacidad permanente contributiva es la situación del trabajador que, después de haber estado sometido al tratamiento prescrito presenta reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y previsible definitivas que disminuyan o anulen su capacidad laboral. En definitiva, tres requisitos se exigen: