El reconocimiento de una incapacidad permanente es complicado pero no imposible.

La incapacidad permanente contributiva es la situación del trabajador que, después de haber estado sometido al tratamiento prescrito presenta reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y previsible definitivas que disminuyan o anulen su capacidad laboral.

En definitiva, tres requisitos se exigen:

1.- Reducciones anatómicas o funcionales objetivables.

2.- Previsiblemente definitivas

3.- Graves que disminuyan o anulen su capacidad laboral.

Para un trabajador, operario en planta química, nuestro despacho consiguió vía judicial, el reconocimiento de una incapacidad permanente total, al estimar que estaba afecto de una tendinitis crónica en ambos tendones de Aquiles.

El operario tenía que desarrollar su jornada laboral íntegramente de pie y en constante movimiento, con serias limitaciones para la bipedestación y la deambulación, teniendo que cargar pesos, subiendo y bajando escaleras con dichas cargas (de más de 25 kg.) Todo ello le impide la realización de sus funciones en condiciones de plena eficacia y profesionalidad.

Por lo tanto, el reconocimiento de la incapacidad permanente es algo viable y posible de conseguir, por lo que si tiene dolencias o secuelas que le dificultan desarrollar su puesto de trabajo, póngase en contacto con nosotros, explíquenos su caos y le asesoraremos en los trámites para el reconocimiento de una incapacidad.